BREVE ANÁLISIS SOBRE LA
ESTRATIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD A PARTIR DEL LIBRO EL VIEJO Y EL MAR DE ERNEST HEMINGWAY
“Todo en él era viejo,
salvo sus ojos.”[1]
En el presente texto
pretendo hacer una reflexión sobre la estratificación de la sociedad a través de los mecanismos
económicos globales, es decir, la clasificación o selección social que se ha
ido estipulando mucho antes de la globalización pero que se intensificó en gran
medida a partir de este.
El término selección social
fue utilizado por mi equipo para la problemática elegida en la materia de Arte
Cultura y Sociedad de la Unidad Académica de Artes UAZ con ello buscamos hacer
referencia a los distintos niveles que se designan dentro de la sociedad,
niveles que van de mayor a menor rango donde solo una parte de la población
puede ir accediendo. Consideramos que es un tema importante porque es parte
esencial de lo que define la realidad en
que actualmente nos encontramos, que hoy en día es poco sustentable, pese al gran
avance tecnológico, la sociedad cada vez se va haciendo más fraccionaria y poco
unificada, privilegiándose solo un pequeño sector de la población, limitándose
el acceso a la educación, un trabajo digno y a una vida adecuada para todos.
Se nos ha dicho que somos seres
libres que podemos llegar lejos si nos esmeramos y cumplimos con las normas y
requisitos que nuestra sociedad impone, sin embargo, es un cuento más de tantos
que nos han dicho para someternos a un régimen que no propicia en ninguna
medida la “libertad” que tanto presume ni mucho menos otorga las mimas
oportunidades para todos.
Para poder reflejar la
afectación que el individuo sufre al ser clasificado en un sector de la
sociedad al hacerle creer que debe seguir ciertos patrones para mejorar su vida
o en su defecto conformarse con su situación, considere que el personaje
principal del libro “El viejo y el mar” Santiago, un anciano de cuba quien
atraviesa por una etapa difícil, es un claro ejemplo sobre el tema que estaré
abordando a lo largo de este escrito. No abarcaré todo lo que implica lo que llamo selección social ni de los
múltiples efectos que trae consigo la estratificación y los rangos que se van
generando en la sociedad; en lugar de ello me enfocaré en un sector que
considero importante de analiza y reflexionar: la vejez o tercera edad.
Se nos enseña desde muy pequeños que debemos
cumplir con una serie de requisitos para asegurarnos una vida plena y
satisfactoria: estudiar y trabajar son una de las principales metas, obtener un
buen hogar y sobre todo planear a
futuro; es cómo si debiéramos apresurarnos para ser triunfadores.
Las “oportunidades” que según, todos tenemos
son limitadas, heterogéneas y depende de muchos factores: cultura, economía,
política, clase social, no todos en la edad adulta tendrán condiciones
oportunas, en su mayoría vivirán relegados, con un sentimiento de inferioridad,
la sociedad les hace sentir que son inútiles y que han dejado de servir.
Antes de adentrarnos de lleno al tema haré
una breve reseña sobre el autor del libro “El viejo y el Mar”:
Ernest Hemingway nació el 21 de Julio de 1898
en Oak Park, Illinions. Muere al suicidarse el 2 de Julio de 1961. Trabajó como
reportero en el Kansas City Star, fue voluntario en Francia durante la Primera
Guerra Mundial y corresponsal del Toronto Star.
Publicó sus primeros escritos en 1923 entre
ellos: También el Sol sale, Adiós a las
armas, Por quién doblan las campanas, A través del río y entre los árboles, El
viejo y el mar. Recibió en premio Nobel de Literatura en 1954.
En el libro que trataré, su personaje principal
Santiago de quien da la descripción como un hombre flaco, arrugado, con pecas causadas por el sol y con ojos tan vivos con el color del mar, es un anciano pescador que se
siente frustrado porque no ha conseguido pescar nada, solo un joven pescador,
Manolín, a quien le enseñó a pescar, tiene aprecio y fe en sus capacidades.
“Entristecía al muchacho ver al anciano regresar todos los
días con su bote vacío, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de
sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada al mástil.” [2]
Un día Santiago decide librarse de su mala
suerte y buscar un gran pez. Se enfrenta a diversas dificultades pero en ningún
momento se rinde; cuando el gran pez muerde el anzuelo pasan largas horas antes
de poder capturarlo.
“-Pez
-Dijo-, yo te quiero y te respeto muchísimo. Pero acabaré con tu vida antes de
que termine este día.”[3]
Con mucho trabajo Santiago logra atrapar y
matar al pez más grande que haya pescado solo pero su viaje no concluye ahí,
después de noches y días a la deriva, en su trayecto de regreso es atacado por
tiburones que se van comiendo lo que ha capturado; pese a las dificultades
logra llegar vivo, con algo más que la tristeza quedarse con solo el cadáver
del pez, además del cansancio, ha regresado con un aire de juventud, ha confirmado que es capaz
de lograr lo que se proponga sin importar su condición y edad, que su vida
tiene gran valor pese a la sociedad que lo ha olvidado.
“-Pez-
Dijo dulcemente en voz alta-, seguiré hasta la muerte.”[4]
Es común que cuando se es joven nos
preguntemos: ¿qué haré cuando sea un anciano? No quiero que cuiden de mi,
quiero ser auto-suficiente por eso debo prepararme desde ahora, obtener una casa
y ahorrar para sostener los gastos esenciales.
Nuestra sociedad evidentemente afectada por
los avances tecnológicos que nos abren nuevas posibilidades, nos acercan a todo
el mundo y la globalización que abarca todo a influenciado en gran medida sobre
la forma en que vemos y actuamos sobre el mundo.
Se ha creado una ficción de progreso
constante, vivimos a un ritmo acelerado, buscando proveernos de todas las
necesidades que sustenten nuestra vida dependiendo cada vez más de las
exigencias que la sociedad capitalista nos impone.
Cuando se llega a la 3ª edad se entra en un estado estático de pasividad. Pocas serán las posibilidades para
tener una vida digna pocos se encontrarán en una situación estable: una buena
pensión y un hogar. Una gran parte de esta población no contará siquiera con un techo donde descansar, un sustento, una
familia, serán repudiados, olvidados, desplazados, si una utilidad, una mancha
más en el mundo.
Son múltiples los casos de personas que
llegadas a esta edad no cuentan con las condiciones apropiadas, siendo desplazadas
la sociedad e incluso por su propia familia.
Desde joven uno intenta prepararse para
enfrentar la vejez de la manera más óptima, pero las circunstancias van
cambiando, el capitalismo requiere que en lugar proveer un plana a futuro se
viva al día, privilegiando solo a unos cuantos quienes podrán en la avanzada
edad tener condiciones apropiadas.
He aquí, que llegada la vejez el individuo
entra en una crisis de identidad, en la búsqueda del sentido de su vida, que se
ve limitada tanto por su condición como por el papel que juega como persona de
poca utilidad en la sociedad capitalista.
Curioso es que tiempo atrás, todavía en los
inicios del siglo XX la vejez era símbolo de sabiduría, se valoraba y respetaba
pero es precisamente el mundo acelerado, consumista y globalizado en el que
vivimos lo que ha propiciado que esto se desvalorice y pierda.
Es importante hacer una reflexión profunda
sobre la situación en la que nos desempeñamos dentro de una sociedad
estratificada que selecciona a los “más aptos” según su criterio para que
puedan alcanzar la promesa de una vida plena y feliz. Este sistema nos
condiciona a seguir metas, a buscar “superarnos” siendo que nos limita en
muchos sentidos.
Cada uno es responsable de buscar
un cambio positivo, de perseguir sus ideales, de valorarse a sí mismo tal como
lo hizo Santiago, nunca se rindió, no importaba su edad, educación, sexo,
oficio, simplemente era él mismo, y solo
él mismo pudo demostrarse el valor tan grande que tiene como persona capaz de aportar
cosas nuevas y valiosas al mundo quién al menos por una sola persona supo ser
apreciado: Manolín.
“-Ahora
pescaremos juntos otra vez.
-No.
No tengo suerte. Yo ya no tengo suerte.
-Al
diablo con la suerte- dijo el muchacho- Yo la llevaré conmigo”[5]